domingo, 24 de octubre de 2021

¡ Aristóteles caníbal !

 

     Vamos a desarrollar la “teoría del conocimiento” de Aristóteles (384 a 322 a.n.e.) a partir de la interesante y ya clásica película “El silencio de los corderos” (MGM 1991) de Jonathan Demme, basada en un conocido relato del escritor americano Thomas Harris. Aunque la película se centra en la búsqueda de un asesino en serie conocido irónicamente como Buffalo Bill (Ted Levine) por parte de la agente del FBI Clarice Starling (Jodie Foster), el verdadero protagonista del film no es otro que el archiconocido Dr. Hannibal Lecter (Anthony Hopkins), un renombrado psiquiatra de Baltimore, experto en conductas psicopáticas y todo un “portento intelectual”, que es capaz de resolver el crimen sin moverse siquiera de su celda (porque a los “caníbales” se les suele poner entre rejas para que no desarrollen sus apetencias).

     ¿Cómo lo consigue? Nada más fácil, pues bastará con dejarnos guiar por las indicaciones que nos ofrece Aristóteles respecto al modo de “ascender en el conocimiento”. Comenzamos por el “conocimiento sensible”, aquel que se adquiere mediante las “sensaciones” que nos proporcionan los sentidos y que nuestra mente ordena en la “memoria”. Fíjate en como actúa el doctor Lecter en la primera escena que hemos seleccionado: en su primer encuentro con la agente Starling, lo primero que hace es “olerla”, y luego “mirarla” con detenimiento, para más adelante asimilar estos olores y esas imágenes a sus “recuerdos” y poder dar una primera respuesta. Este será el punto de arranque de todo conocimiento, los datos que nos proporciona la “experiencia”, para poder desarrollar más adelante un análisis del "carácter" de la detective basado en “hipótesis plausibles”.

     Avanzamos ahora hacia el "conocimiento intelectual": en primer lugar la “técnica” o "téchne" (τέχνη), ese conocimiento no necesario, aunque superior a la experiencia, que nos facilita la comprensión "poética" de la realidad (Lecter domina la “técnica psicoanalítica”, y gracias a ella comienza a imaginar, a "ver paisajes"). Los datos de la sensibilidad pasan al "entendimiento agente" y permiten desarrollar “hipótesis”. Seguimos nuestro camino por la “prudencia” o "phrónesis" (Φρόνησις), el conocimiento de la vida que facilita nuestras acciones, nuestro conocimiento "práctico" de la realidad (Lecter se gana la confianza de la agente Starling con sus “buenos modales” y un tono sosegado y afable). De acuerdo, comerse a otros seres humanos no es muy "prudente" que digamos, y el modo en que trata a Clarice al final de la escena es muy poco "educado", pero… ¿ha acertado?

     Ahora viene lo bueno: en el vídeo que cierra este artículo podemos comprobar el paso decisivo: la “ciencia” o "episteme" (ἐπιστήμη) es ya un conocimiento de lo universal y de lo necesario, un conocimiento demostrativo a partir de “principios” ("primeros principios, Clarise") que nos permite avanzar hasta la “inteligencia” o "noûs" (νοûς), la “intuición intelectual” que sigue a esos principios ("codicia: ¿y qué codiciamos...?") y que culmina en la “sabiduría” o "sophía" (Σoφíα). Estamos en otro nivel de conocimiento, el del "entendimiento paciente", que nos permite generar “conceptos universales”, lo que para Aristoteles supone la verdadera ciencia. Y un último detalle soberbio: el sabio se muestra prudente, y acaricia la mano de Clarice con evidente deseo contenido (y digo prudente porque, si habéis visto la película, la carnicería que desata el tipo a continuación es para poner los pelos de punta).

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