Vamos a repasar el pensamiento materialista de Benito de Espinosa (1632 a 1677) y su concepción de la “sustancia” (substantia) entendida como “naturaleza única”. A muchos de vosotros os resulta extraño que defina a este autor como uno de los primeros filósofos ateos, dada su insistencia en hablar de Dios. Lo primero que debemos precisar es que el Dios del que habla no es el Dios de la religión judeo-cristiana (recordad que el propio Espinosa, de origen judío sefardí, fue expulsado de la sinagoga por sus excéntricas ideas sobre temática religiosa), sino que habla de la “idea de Dios”, en un sentido racional, como “sustancia infinita y perfecta”. Espinosa comienza su “Ética (demostrada según el orden geométrico)” (Ethica ordine geometrico demonstrata) definiendo así la “sustancia”: “Por sustancia entiendo aquello que es en sí y se concibe por sí, es decir, aquello cuyo concepto, para formarse, no precisa del concepto de otra cosa”. A continuación, define los “atributos” (attibuta): “Por atributo entiendo aquello que el entendimiento percibe de una sustancia como constitutivo de la esencia de la misma”; y más adelante los “modos” (modos): “Los modos son las cosas particulares, consideradas coma afecciones de los atributos de la sustancia”.
Dios es una sustancia que consta de “infinitos atributos”, y las cosas son los modos incorporados en Dios, de manera que fuera de Dios no cabe concebir que exista ninguna otra realidad. Mientras que para René Descartes (1596 a 1650) el universo está cerrado porque sólo existen tres sustancias (la divina, la extensa y la pensante), para Espinosa "el cosmos está abierto” porque no hay más que una sustancia: “Dios”, es decir, “la naturaleza” (Deus sive natura), pero con infinitos atributos, de los que el hombre solo conoce dos: la “extensión” y el “pensamiento”, que dan lugar a dos tipos de ciencias, las físicas y las psicológicas: “el pensamiento es un atributo de Dios, o dicho de otro modo: Dios es una cosa pensante” y además “la extensión es un atributo de Dios, o dicho de otro modo, Dios es una cosa extensa”. La idea de “infinitud de lo real” supone que el conocimiento humano nunca podrá ser “cerrado”, siempre quedará un margen de “indeterminación”, una limitación para nuestro conocimiento. Cuando se habla de panteísmo en Espinosa, este no se debe entender como un “monismo ordenado”, sino como una “pluralidad inagotable de lo real”.
Siempre será posible que aparezcan nuevas ciencias, nuevos sistemas de cosas o modos, por lo que nuestro conocimiento nunca será definitivo. La idea de “sustancia infinita” es, pues, una “idea crítica” capaz de someter la realidad a una “trituración”: en eso consistirá principalmente la filosofía, en una demolición de la realidad y del proceso de conocimiento humano acerca de la misma, puesto que ambos van parejos. Sin embargo, esta crítica racional no acabará en un mero escepticismo, a la manera de Michel de Montaigne (1533 a 1592) por ejemplo, pues existe la posibilidad de alcanzar "conocimientos positivos".
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