sábado, 21 de octubre de 2023

La comunicación entre las neuronas


     El “sistema nervioso humano” es un complejo sistema orgánico cuya estructura y funcionamiento es el resultado de un dilatado "proceso evolutivo". Sabemos que todos los animales obtienen información del entorno a través de sus “receptores sensoriales” y que es el “cerebro” el que transforma dicha información en “percepciones” (aferentes) o en “movimientos” (eferentes). Las “células fundamentales” del sistema nervioso son las “neuronas”, las primeras representan la “unidad anatómica y funcional del cerebro humano” y están especializadas en el “procesamiento de la información”.

     Las "neuronas" poseen una membrana externa que posibilita la conducción de los “impulsos nerviosos” y se comunican entre ellas mediante una serie de conexiones denominadas “sinapsis”. Toda neurona está constituida por un “cuerpo celular” o “soma” (que contiene el “núcleo celular”, un almacén de información genética poblado de “orgánulos” que sintetizan el ácido ribonucleico y las proteínas) y que da lugar a dos prolongaciones celulares: el “axón” o “prolongación celular” que transmite la información entre las células por medio de la sinapsis, y las “dendritas” o "prolongaciones ramificadas", que se dividen como ramas de árbol para captar las señales procedentes de otras neuronas. Los cuerpos celulares de las neuronas están rodeados de las denominadas “células gliales” (“astrocitos”, “oligodendritos” y “células Schwann”) que tienen varias funciones vitales: separan o aíslan a ciertos grupos de neuronas y pueden producir “mielina”, la capa aislante que recubre los axones (la “desmielinización” de los axones retrasa la transmisión de las señales nerviosas y supone una alteración de la percepción sensorial y la coordinación motora).

     Podemos establecer dos clasificaciones de las neuronas: atendiendo a su “estructura”, es decir, a la cantidad de sus proyecciones dendríticas, hablaríamos de neuronas “unipolares” (que tienen "una sola prolongación", como es habitual en los invertebrados), “bipolales” (que tienen "dos prolongaciones" y abundan entre los reptiles) y “multipolares” (que tienen "un axón y múltiples dendritas", y son propias de los mamíferos). Por otro lado, atendiendo a su “funcionalidad”, a las conexiones que establecen, podemos dividirlas en “sensoriales o aferentes” (sensibles a los estímulos y que envían información "de los tejidos y órganos del cuerpo al cerebro y la médula" para su procesamiento), “motoras o eferentes” (que transmiten la información "del cerebro y la médula a los músculos y glándulas del cuerpo"  para procurar respuestas activadoras de estos), e “interneuronas” (que recogen los impulsos neuronales sensitivos y los trasmiten a las neuronas motoras y viceversa).


     Nuestro sistema nervioso es un “sistema electroquímico” de comunicación: la actividad eléctrica cerebral se corresponde con el llamado “impulso nervioso” mientras que la actividad química cerebral se produce por culpa de las "sinapsis de las neuronas" . Todas las neuronas están capacitadas para recoger variaciones del medio externo (“estímulos”) y comunicarlos a otras neuronas. En este proceso, la “excitabilidad” y “conductividad” son particularmente importantes: el “impulso nervioso” (denominado “potencial de acción”) es una “onda eléctrica” que avanza por la superficie de la membrana de la neurona y sus prolongaciones, como si la neurona fuese una diminuta pila capaz de generar electricidad. Este impulso se produce por las variaciones en la distribución de los “iones” (partículas con carga eléctrica) dentro y fuera de la neurona. La información transmitida por un potencial de acción se determina no por la forma de la señal, sino por cómo viaja a través del “encéfalo”, y será el cerebro quien finalmente “analice” e “interprete” los patrones que exhiben las señales eléctricas aferentes.

     La “sinapsis” es el lugar de transmisión de información entre dos células, y está constituida por estos tres elementos: el “terminal presináptico” (la finalización del axón), la “célula postsináptica” (las dendritas de la célula receptora) y la “hendidura sináptica”, que es donde se concreta la transmisión sináptica entre las dos neuronas. La “sinapsis eléctrica” se produce gracias al flujo directo de “corriente eléctrica” desde la neurona presináptica hasta la neurona postsináptica mediante varios canales que conectan los “citoplasmas” de ambas células y es el modo más rápido de comunicación entre las neuronas. La “sinapsis química” es más lenta, puesto que la neurona presináptica libera un "neurotransmisor" que se difunde por la hendidura sináptica y se une a los receptores de la membrana postsináptica; el receptor determina si la respuesta es excitatoria o inhibitoria, y actúa en consecuencia.

     La comunicación “química” entre neuronas tiene la ventaja de que un solo potencial de acción puede liberar miles de “moléculas de neurotransmisores”, y permite la amplificación de las señales de una a otra neurona. Por su parte, los impulsos “eléctricos” no pueden saltar por sí solos los espacios de las sinapsis químicas, y necesitan de la intervención de los “neurotransmisores químicos” para poder reanudar de nuevo el “potencial de acción” (recargarse para poder atender un nuevo impulso). El impacto que los "neurotransmisores" tienen en nuestra conducta es especialmente significativo, y de él hablaremos en un futuro artículo.

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