sábado, 9 de marzo de 2024

En torno al concepto de cultura


     Hemos analizado ampliamente en los últimos días el concepto de “evolución cultural”, avanzando progresivamente en la definición de “cultura”, o más bien de “culturas”. Nos hemos centrado en los “componentes culturales”, tal cual los propone Jesús Mosterín (1941 a 2017), además de señalar el concepto de “diversidad cultural” (con sus múltiples respuestas posibles) y de “dinámica de la cultura”. Decíamos entonces que la cultura era esencialmente un fenómeno humano, y definíamos la “cultura humana” como el “conjunto de informaciones adquiridas socialmente y transmitidas mediante el lenguaje” que suponen para el ser humano una “segunda naturaleza” que le permite evolucionar a un ritmo más rápido y acumulativo (siguiendo "patrones “lamarckianos”, como comprobamos en el texto extraído del libro “El pulgar del panda” de Stephen Jay Gould (1941 a 2002) que analizamos en el aula.

     Dados estos precedentes, no estaría de más echarle un ojo a una “cultura distinta a la nuestra” para comprobar en qué consiste eso de la diversidad cultural, y atender a los distintos supuestos que Mosterín nos plantea respecto de la “dinámica de toda cultura”. Recordemos que el motivo principal que provoca esta diversidad es el “aislamiento”, la “falta de contacto y comunicación” entre los distintos grupos humanos, cuyos miembros han de arreglárselas para solucionar sus problemas de forma autónoma, puesto que las “posibilidades materiales” y las “circunstancias históricas” son distintas en cada comunidad humana, y por tanto sus “formas de vida”, sus “hábitos” y sus “costumbres” (además de sus “creencias”, sus “preceptos morales” y sus “leyes”) evolucionan de forma independiente, para finalmente mostrar rasgos tan dispares las unas de las otras que resulta difícil de creer que en algún momento del pasado estuvieron emparentadas, que la fragmentación procede de un núcleo cultural originario común.

     La mejor manera de comprobar esto es a través del estudio de una cultura “marcadamente aislada”, por ejemplo... en una isla. Esta es la situación que nos encontramos en la película “Rapa Nui” (Warner Bros, EEUU, 1994) de Kevin Reynolds, que nos transporta a la Isla de Pascua y a las formas y usos de sus habitantes. Tenemos aquí a una cultura denominada “napanui” (sus miembros se aplicaban a sí mismos el mismo nombre que daban a la isla que habitaban) aparentemente muy desarrollada, puesto que ya conoce la “división del trabajo”, pero que aún no ha alcanzado el dominio de la “escritura” (a esto se le llama “cultura ágrafa”, y es el motivo por el que desconozcamos muchos aspectos de su “forma de vida”, como por ejemplo el significado de sus impresionantes “moais”), motivo por el cual no se han constituido todavía como un "Estado", y manejan una forma de “organización social y política algo más primitiva”, que se correspondería con lo que llamamos “sociedad de cazadores recolectores” (podéis profundizar en la historia de la isla en este enlace que nos ofrece CuriosaMente, un divertido canal que utiliza los dibujos animados para acercarnos a interesantes temáticas).

     La película nos muestra una “sociedad arcaica” en pleno desarrollo, animada por novedosos “avances tecnológicos” pero que se niega a perder su “identidad tradicional”. El enfrentamiento entre los "viejos sabios" de la tribu y los "jóvenes guerreros", en especial su protagonista Noro (Jason Scott Lee), es claro ejemplo de lo que hemos definido como “dinámica de la cultura”. Si nos fijamos bien, podemos rastrear indicios de “selección” y de “transmisión” cultural (en la construcción de “moais” y en el “Haka Pei” o “ritual del hombre pájaro” como rito de paso a la madurez para los jóvenes, de la que os ofrezco el fragmento completo de la gran carreara, pero también de “mutación” y de “difusión” cultural (el encuentro de una "polea de barco europea" y el cambio en la  estructura de la embarcación del que prepara el "viaje de huida"), incluso de “deriva” cultural (pues es evidente que estos aborígenes se fragmentaron en grupos y finalmente desaparecieron, y lo que muestra al final del film con la tala del “último árbol”, y además se sugiere el “canibalismo”).

     Y una última nota sobre la idea de “persona”, que analizaremos en el aula a lo largo del próximo trimestre. Como los alumnos de 3º de la ESO ya han tratado el problema, en su momento les propuse un artículo que introducía la temática a partir de dos textos clásicos de la literatura universal: de un lado la “Odisea” de Homero (siglo VIII a.n.e.), en la que se nos sugiere un interesante encuentro entre el “héroeUlises y el “cíclopePolifemo; y del otro “Fausto” de Johann Wolfgang von Goethe (1749 a 1832), que nos muestra el pacto entre el “protagonista” (Fausto) y el mismísimo “demonio” (Mefistófeles). Podéis consultarlo en este enlace a esta misma bitácora, para completar vuestro estudio sobre la temática, y ampliarla con el análisis del movimiento “personalista” de Emmanuel Mounier (1905 a 1950) que aparece en vuestros apuntes, y del que apenas hemos tenido tiempo de hablar.

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