viernes, 1 de octubre de 2021

Parménides y la pastilla roja

     El filósofo griego Parménides (515 a 440 a.n.e.) nace en la ciudad de Elea, colonia griega del sur de la Magna Grecia (la actual Italia), donde llega a fundar una escuela y a tener importantes seguidores como Zenón de Elea y Meliso de Samos, y representa una línea de pensamiento novedosa respecto de los anteriores “físicos” jonios. Esta nueva perspectiva puede apreciarse tanto en su “actitud política” (pues participa activamente en el gobierno de su ciudad, llegando incluso a establecer leyes nuevas para sus compatriotas) como en su “teoría ontológica”, que redacta en verso (concretamente en hexámetros, recuperando así la tradición de Homero y Hesíodo). De hecho, solo conservamos de él un “poema” de carácter “épico didáctico” conocido como “Sobre la naturaleza” (περὶ φύσεως), de tono enigmático y carácter mistérico (referido a los “misterios órficos”, por los que el autor entra en contacto con una diosa que le revela una “verdad”). El poema está dividido en tres partes: un “proemio”, una primera parte o “vía del ser o de la verdad”, y una segunda parte o “vía del no-ser o de la apariencia”. He aquí parte del poema (que podéis ver completo en el vídeo que sigue a continuación):

                                    "Pues bien, yo diré, guarda tú la palabra después
                                    de haberla oído,
                                    cuales son las únicas vías de investigación
                                    pensables:
                                    la una es que es y no es no ser
                                    es la vía de la Persuasión –pues sigue a la verdad–
                                    la otra es que no es y es por necesidad no ser, te
                                    digo que esta es una vía impracticable:
                                    pues no conocerías lo no ente –ya que no es
                                    posible ni lo expresarías.
                                    […] pues es lo mismo pensar que ser".

Parménides de Elea, "Sobre la naturaleza" (Apeiron, Madrid, 2015)

     Parménides muestra una falsa disyunción, un camino u otro, pero como el segundo no puede ser, sólo nos queda un camino: el que “es”. ¿Y qué “es”? Se trata de un problema lingüístico. “Ser” tiene dos funciones muy claras: una “función verbal”, como verbo copulativo, y una “función nominal o existencial”, en la que funciona como sujeto. Lo que nos revela el poema es que el verbo “ser” puede usarse en forma nominal, cosa que no se había hecho hasta entonces. Ahora ya podemos responder a la pregunta “¿qué es?”: “el ser es”. Pero las consecuencias no serán solo lingüísticas, sino lógicas, epistemológicas y, sobre todo, ontológicas. La revelación que la diosa hace a Parménides es una "tautología": “el ser es y el no-ser no es”. De este primer principio podemos partir para deducir todo lo demás: “lo que cabe concebir y lo que cabe que sea son la misma cosa”. Lo que “no es real” (“lógico”) ni siquiera “puede ser pensado”, pues todo pensamiento es “de algo”.

     La revelación resulta aparentemente inocente, pero desde el momento en que decimos que algo “es”, ya no podemos decir que fue o que será, porque eso sería tanto como decir que “no es”: “el ser y el no-ser son absolutos”. Y las consecuencias lógicas y ontológicas de este supuesto son terribles: “el devenir es imposible”. Si suponemos que “las cosas devienen”, estamos suponiendo que “todavía no son”, y que por tanto, “llegarán a ser desde el no-ser”, lo cual es imposible: el camino del ser y del verdadero pensamiento es el mismo, el otro camino es el de las “apariencias”, el de los sentidos, el del no-ser. Parménides niega a Heráclito, que mantenía la contradicción (los opuestos), por considerar su pensamiento totalmente ilógico (un error que se debe a su inoportuna confianza en los sentidos): la idea del “fluir constante” es insostenible lógicamente, porque considerar que una cosa cambia es considerar que llega a ser lo que no es. “El movimiento es imposible”, por más que lo apreciemos por nuestros sentidos. Un ejemplo de lo que decimos lo tenemos en este vídeo, en el que se expresan las conclusiones aportadas por el más destacado discípulo parmenídeo, Zenón, en sus famosas “paradojas contra el movimiento”.

     Después de que el iniciado ha sido partícipe de la revelación de la diosa, pide “signos” o "señales”, pues se nos ha dicho que “el ser es”, pero no “cómo es”. Sus atributos habrán de deducirse lógicamente de la tautología inicial: es “uno” (no hay pluralidad, pues entre un ser y otro habría no-ser, lo cual es tan ilusorio como imposible), es “eterno” (inengendrado e imperecedero), es “continuo” e “indivisible” (al contrario de lo que nos indican nuestros sentidos), es “homogéneo” (carece de grados, y no hay más ser aquí que allí), es “inmóvil” (pues no existe el vacío y no existe lugar al que moverse) y curiosamente es “finito” y “limitado” (pues el ser es “perfecto”, es decir, “acabado”). Y frente al ser, del no-ser solo se puede decir que no es (una nueva tautología). De hecho, la única manera de llegar a la vía del no-ser, que es una vía impracticable, es "dialécticamente": negándola.

     Un ejemplo muy interesante de la forma de entender la realidad según Parménides la encontramos en la película “The Matrix” (Warner Bros 1999), en la que los entonces hermanos Larry y Andy Wachowski (ahora hermanas Lana y Lilly Wachowski) recrean el famoso poema del autor griego con una fidelidad increíble: llegados a una puerta, nos recibe una diosa, que en este caso es un varón, Morfeo (Laurence Fishburne) que nos interroga por los motivos de nuestra búsqueda (no hemos venido aquí traídos por el “destino”, sino porque nosotros lo hemos querido) y nos muestra los dos caminos de conocimiento posibles (la "vía de la opinión", de la creencia, frente a la "vía de la verdad", del saber, del verdadero conocimiento) y nos invita a tomar una decisión: ¿elegiremos la “pastilla azul” o la “pastilla roja”? No es la única escena significativa de la película, como podemos ver en la secuencia del "constructor", cuando Neo (Keanu Reeves) descubre el engaño y se pregunta: “¿qué es real?”. De nuevo Parménides (anticipando el pensamiento de Platón) afirma: "es lo mismo pensar que ser", lo real es lo que puedo “pensar” (νοειν), que no es tanto pensar como “ver”, “percatarse de algo” (aquello que mi cerebro "interpreta", porque lo "conoce", lo "construye").

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