martes, 14 de marzo de 2023

Allons enfants de la Patrie...


     La “revolución contra la monarquía” que vivió la Francia de finales del siglo XVIII tuvo sus raices en la crítica contra la desmesura y la intolerancia del poder absolutista. Luis XIV había muerto en 1715, y el trono recayó en la persona de Luis XV (1710 a 1774): durante su reinado, la nación vivió un notable “debilitamiento” y una "descomposición" del absolutismo imperante, y la escasa capacidad práctica del Rey, unida a los fracasos en política exterior, contribuyeron al desprestigio de la Corona y a una creciente intervención del Parlamento. Se produjeron “enfrentamientos entre las clases privilegiadas y la burguesía", cada vez más acaudalada: "la nobleza y el clero", que constituían el 5% de la población, eran estamentos privilegiados que acumulaban grandes propiedades y rentas, mientras que el 95% restante lo formaba el llamado “tercer estado”, integrado por la “burguesía” (con muchas expectativas económicas), el “artesanado” (con los anticuados y debilitados gremios) y los “campesinos” (que en su mayoría vivían sometidos todavía a un régimen feudal). Y era este tercer estado el que asumía la mayor parte de los "impuestos" que tenían que cubrir los "gastos públicos" y el "déficit crónico" de la Corona: los nobles disfrutaban de numerosas excenciones fiscales y el clero sólo tributaba voluntariamente.

     Así las cosas, la ineptitud de la Corona para acometer unas "reformas económicas" que se antojaban imprescindibles, los graves "desequilibrios sociales", el enfrentamiento de muchos nobles al "poder absoluto del monarca" y la “crítica radical de los ilustrados” (especialmente de Voltaire y los enciclopedistas) arrastraron a Francia hacia la Revolución de 1789. Tras el declive de Luis XV, el reinado de Luis XVI (1774 a 1792) estuvo marcado desde el principio por continuas "insurrecciones", a las que seguirían diversos intentos de "reforma" promulgadas por sus sucesivos ministros de Hacienda. La "bancarrota nacional" de 1788 obligó al Borbón a aumentar el número de representantes del tercer estado en los Estados Generales, los cuales exigieron "participación en la dirección política de Francia".

    A partir de este momento, se iniciará un “imparable y sangriento” proceso revolucionario: se convocan en el Palacio de Versalles los Estados Generales (5 de mayo) que se constituyen en Asamblea Nacional primero (16 de junio) y poco después en Asamblea Nacional Constituyente (9 de julio) mientras surgen los primeros conflictos militares; se produce el asalto a la Bastilla, prisión y arsenal del Estado, por parte del “pueblo de París”, que libera a los presos y se hace con las armas (14 de julio, actual “Fiesta Nacional francesa”), lo que concluye en la "abolición del régimen feudal" (4 de agosto) y la proclamación el 26 de agosto de la "Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano" (Declaration des droits de l´homme et du citiyoen), donde se legitiman los derechos de "resistencia a la opresión" y se hacen efectivos la "igualdad jurídica" y la "libertad personal".

    En el mes de enero de 1793 el rey Luis XVI es invitado a probar las bondades del nuevo invento de Joseph Ignace Guillotin, mientras la Europa monárquica mira aterrada a la "nueva Francia revolucionaria", a la que se opondrá de forma armada. Tras la ejecución del monarca llegará el "Reinado del Terror" bajo el mando del jacobino Maximilien de Robespierre (1758 a 1794), y tras él una nueva "constitución" que dejará el poder en manos del Directorio, al que siguen diferentes "revueltas" que inicialmente serán reprimidas por el ejército, y que a largo plazo movilizaran al general Napoleón Bonaparte (1769 a 1821) a dar un “golpe de Estado” el 9 de noviembre de 1799 (18 de Brumario), instalando el Consulado. Y a partir de aquí, todo es historia (porque el alzamiento de Napoleón como “Emperador del mundo” lleva inscrito en sus genes el inevitablemente signo del fracaso).

     La nueva situación política planteada por la revolución no dejará indiferentes a los filósofos por venir, que tendrán que "posicionarse radicalmente" ante un evento de semejante magnitud histórica, la mayoría de ellos a favor: algunos abiertamente (pues ven en las proclamas de la Asamblea Nacional la concreción de los "ideales propuestos por los ilustrados") y otros con más reservas (pues tendrán que lidiar con el inevitable "periodo del Terror" que le sigue, y explicar su inherente necesidad). Nosotros queremos detenernos en el acontecimiento más relevante (filosóficamente hablando) de todo el proceso, que no es otro que la "Declaración de Derechos", primer paso para la consolidación de los preceptos iusnaturalistas y que anticipa las futuras declaraciones de Derechos humanos de las que disfrutamos en la actualidad, y que tendrá ya un carácter internacional, ecuménico (universal).

    En el arranque de la película “Danton” (Coproducción 1983) de Andrzej Wajda, nos encontramos con una escena cotidiana: una mujer dando un baño a su hermano pequeño (sólo avanzada la película, nos enteramos que ella es la esposa del gobernante Robespierre). El niño recita de memoria los artículos de la “Declaración de los Derechos”; lo hace de forma puramente repetitiva, y es reprendido por la mujer (físicamente) cada vez que comete un error, sin llegar a comprender exactamente por qué se le maltrata. Más allá del viejo dicho popular “La letra con sangre entra” (que nos indica que es necesario el trabajo y el estudio para comprender algo o para avanzar en algo), la escena nos invita a reflexionar sobre la necesidad de "conocer nuestros propios derechos", hacernos conscientes de cuáles son nuestras libertades “como individuos y como miembros de una colectividad”, si de verdad queremos participar como "ciudadanos de pleno derecho" en la "construcción de la Nación". El niño aprende por la fuerza que los derechos no son algo que “se tiene”, sino algo que “se pelea”… en la esperanza de que sus hijos y nietos no tengan que hacerlo, nacidos ya en un mundo de libres, iguales y solidarios. “Marchemos, hijos de la Patria… ¡A llegado el día de la gloria!”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario