martes, 30 de enero de 2024

Algunos ejemplos de lógica informal

     Os prometí un último artículo sobre lógica, con lo difícil que es ilustrar este tipo de contenidos, pero se me ha ocurrido que tal vez os sea útil el arranque de la película “Los crímenes de Oxford” (Tornasol, España, 2008) del español Álex de la Iglesia, basada en la novela del escritor argentino Guillermo Martínez titulada “Crímenes imperceptibles", un más que interesante repaso a la "historia de las matemáticas" (entre crimen y crimen, dicho sea de paso, porque hablar solo de matemáticas hubiera sido un poco aburrido). El arranque de la película muestra a un viejo profesor oxoniense que parece un trasunto de Bertrand Russell (1872 a 1970), que junto a su colega vienés Ludwig Wittgenstein (1889 a 1951) desarrolló la llamada lógica simbólica, que tan ocupados nos ha tenido estas últimas semanas, que nos alecciona acerca de la “verdad”, o de su “búsqueda”, que es si cabe más interesante. El segundo, en su famoso “Tractatus logico-philosophicus”, compara la filosofía con una “escalera”, muy útil para hacernos llegar a la parte de arriba de cualquier lugar, pero completamente inútil una vez ha sido utilizada, porque no se incluía en ella ni una sola verdad.

     Para conocer un poco mejor el pensamiento de este autor, nada mejor que acercarnos a la película que sobre él hizo el creativo, provocador y desconcertante director británico Derek Jarman bajo el título “Wittgenstein” (BFI, UK, 1993), y que nos permitirá introducir el tema de la lógica informal. Tras la publicación del “Tractatus”, Wittgenstein rompe con todo lo dicho con anterioridad (hasta el punto de que se suele hablar de un primer y un segundo Wittgenstein), y en su libro más celebrado de esta segunda etapa (“Investigaciones filosóficas”) insiste el filósofo vienés en que lo fundamental del lenguaje no es tanto la "búsqueda del sentido” (unido al “referente” o “significado” de cada palabra) sino su manejo práctico. Será precisamente este “uso del lenguaje”, que él entiende como un juego (de ahí su famosa expresión “juegos de lenguaje”), el que nos permite comprender lo que se dice o escribe en base a su "validez" o "invalidez" lógica. Para hacer esto es necesario renunciar al componente simbólico del lenguaje, por lo que esta forma de intentar comprenderlo se denomina lógica informal (por oposición a la lógica formal o simbólica).

     Hemos visto varios ejemplos de lo que denominamos “argumentos erróneos”. Para completar este ejercicio, nada mejor que una pequeña muestra de lógica informal. He recogido en este enlace el vídeo completo de algunos de los mejores momentos que nos dejó el último "debate electoral" (si es que a esta desordenada profusión de despropósitos lingüísticos se le puede llamar realmente un "debate") entre Pedro Sánchez Pérez-Castejón y Alberto Núñez Feijóo. Ya que estamos debatiendo sobre lógica, dejaremos a un lado cualquier “contenido político” y nos centraremos en el uso de los “razonamientos” y, si las hubiese, “falacias” o “argumentos incorrectos” de los que hacen uso los dos contertulios por entonces candidatos a la presidencia del gobierno: y os garantizo que hay unos cuantos. Tratad de buscar un argumento "de autoridad", "semántico", “circular”, “ad hominen”, “ad baculum”… Lo bueno de la lógica es que, no sólo nos enseña a razonar correctamente, sino que nos permite jugar con el lenguaje y, de paso, divertirnos un rato.

     Y una última recomendación para completar nuestros conocimientos sobre lógica: la lectura de un desconcertante texto de “acertijos” titulado “¿Cómo se llama este libro?” de Raymond Smullyan, que se puede obtener fácilmente en formato pdf (vosotros mismos podéis acceder a la descarga gratuita a través del enlace que os sugiero a continuación en la plataforma scribd.com). Y para animaros a leerlo, os muestro un ejemplo de lo que os encontraréis en este libro sorprendente y maravilloso, que es un conjunto de "adivinanzas y pasatiempos lógicos". En la reciente adaptación de la obra teatral del periodo isabelino “El mercader de Venecia” (Spice Factory 2004) realizada por Michael Radford, sobre el texto original del inmortal William Shakespeare (1562 a 1616) se plantea un interesante “dilema lógico” que se conoce como “Los cofres de Porcia” (seguid este enlace para conocer su solución), en el que un bravo pretendiente deberá mostrar su valía en el “arte del razonamiento” para conseguir la mano de la joven y ansiada Porcia, la soltera más codiciada de Venecia (a la que, por cierto, le agrada la idea de que su futuro marido sea un tipo inteligente… lo que a su vez parece algo “muy inteligente”).

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